jueves, 23 de abril de 2015

¿Podríamos considerar que los avances que seguimos haciendo en el mundo material son realmente un progreso para la sociedad?


Es claro que el mundo actual está marcado por los progresos, es por naturaleza del ser humano el buscar el avance, buscar nuevos métodos para facilitarnos la vida, llegando de esta manera a crear nuevas y mejoradas industrias, aparatos tecnológicos. Somos las generaciones del consumo, pero quizá hemos dejado de lado el verdadero sentido del progreso, buscamos el mejorar pero no el bienestar, deberíamos preguntarnos de que nos sirve lo material si no tenemos un espacio donde usarlo.

Especificando los progresos que hemos tenido en la actualidad, esta toda una gama de nuevos productos tecnológicos, las industrias de energía han aumentado las producciones para lograr abastecer a la humanidad, los “genios” de cada empresa han intuido las nuevas necesidades de los seres humanos, pero no hemos utilizado la razón en su totalidad. Estamos razonando solo con metas a corto plazo, satisfacer a las generaciones presentes sin observar consecuencias, sin observar el mundo que estamos dejando para el futuro.

Si deseamos hablar de un verdadero progreso, debemos usar nuestra inteligencia para lograr crear un equilibrio entre los avances materiales y el cuidado de la parte biológica de todo nuestro mundo. Al hablar de la parte biológica nos referimos a cada aspecto de la naturaleza, desde nuestra salud hasta el ambiente de cada ecosistema. Las industrias y los gases que se emiten diariamente no solo por éstas, sino también por automóviles, aerosoles, tabacos dañan nuestra atmósfera perjudicando no solo nuestra salud externa, hablando de la piel, sino también nuestra salud interna, al dañar el aire que entra en nuestro organismo. Y hay que observar que estas actividades humanas no solo nos afectan a los humanos, sino a cada organismo viviente. Hemos comenzado a derretir polos, los bosques cada vez son menos reduciendo nuestro oxígeno, las lluvias cada vez son más escasas dañando vegetaciones en todas partes, causando sequías, se contaminan ríos y mares. Podemos decir que estamos acabando no solo con nuestra propia vida, sino con la vida de plantas y animales de todo el mundo, desde océanos hasta polos.

Debemos dejar de usar la razón solo para la creación de nuevas herramientas, y debemos comenzar a usar lo sentidos para percatarnos de los que le estamos causando con esas herramientas, observar la destrucción, oler la contaminación, palpar los cambios en el clima, escuchar los pedidos, degustar los sabores que cada vez cambian más. Nuestra naturaleza progresista está acabando con nuestro mundo natural, ahora nos estamos dando cuenta que solo hemos evolucionado en un lado de la moneda, dejando morir al otro. El uso de la razón no esa completo si no miramos cada faceta de las consecuencias, nuestros avances ya no son un avance para la humanidad, entonces es hora de que nos preguntemos si ¿nuestra preocupación es lo suficientemente global?

martes, 21 de abril de 2015

¿De qué manera se ha ido jugando con las palabras para cambiar la percepción que la sociedad tiene de ciertos problemas sociales?

Primero deberíamos establecer en que campo entra un problema social, siendo este las ciencias humanas. Y definiéndolo de la manera más simple, es el estudio de los seres humanos, incluyendo a materias como la economía, la psicología, la antropología, la geografía, entre otras. Pero dado que es un estudio de los humanos la mayor parte de estas ciencias no tienen un estudio concreto, no usan datos ni leyes fiables, los humanos somos tan complejos y diversos como los problemas que vamos creando.
Como se mencionó previamente, la sociedad en la que convivimos está llena de imperfecciones, puesto que es creada por nosotros, y es así que contabilizar y analizar todos los problemas humanos que tenemos resultaría bastante complicado, y por este motivo decidí concentrarme en uno solo, que a pesar de ser especifico, abarca más consecuencias de las que podemos observar a simple vista, la trata de personas.  

Podríamos darnos cuenta que la trata de personas viene desde la época de la colonización, tiene su inicio en la esclavitud que los españoles imponían a cada nueva raza conquistada, a quienes catalogaban de inferiores. Y es aquí donde radica el problema de hoy en día, el pensamiento de superioridad no se ha desvanecido, cada quien busca su beneficio sin importar a cuantas personas deba usar para conseguirlo. La trata de personas es el uso y abuso de seres humanos que ya sea por inferioridad física, recurriendo a la violencia, o la inferioridad psicológica, que resulta peor, pues es el uso del engaño, de la mentira, a las víctimas no se les proporciona la información completa quedando totalmente indefensas, por cualquier método se las hace un engranaje más de un mundo sin salida.  
Dando una definición a la trata de personas encontramos que es todo el proceso entre el reclutamiento y el traslado de personas mediante el uso de la fuerza o amenazas para colocar a una persona en estado de vulnerabilidad, recibiendo de esta manera beneficios sin el pleno consentimiento de la persona. Pero de que nos sirve una definición formal, si el problema es diario, lo importante aquí es el modo en que la sociedad lo mira. Y se lo observa como una “demanda”, ¿pero demanda de qué? Lo común es decir que mientras más demanda haya en un determinado lugar más se comercializa a las personas, pero es una demanda de abuso, una demanda de superioridad, una demanda para materializar a una persona, esa es la verdadera demanda, no son los servicios que se necesitan es el abuso que se requiere.
El primer paso para entender como la sociedad juega con la mente, es entender el lenguaje que utiliza para encubrir problemas tan grandes como es la trata de personas que no solo abarca la prostitución, es además el abuso de mano de obra barata, el trabajo de niños en las calles, la servidumbre, es así que este tema abarca más de lo que cada persona quisiera escuchar, y quizá no hacemos nada porque pensamos que solo le ocurre a las clases bajas, pero es algo diario que le puede ocurrir a cualquier persona, o quizá somos tan egoístas que mientras yo y mi circulo estén bien entonces no existe un verdadero problema, este sentimiento de superioridad es el que se debe comenzar eliminando para alcanzar verdaderas soluciones. 

martes, 7 de abril de 2015

Andy Warhol: ¿el consumista del consumo?

El arte de todos los tiempos ha pretendido representar la cultura, lo actual de cada época, cada artista crea su obra que puede llegar a ser vendida o coleccionada, convirtiéndose  en un producto más del engranaje comercial de la sociedad, la diferencia radica en que Andy Warhol nació en el pleno auge del consumismo, el arte dejo de representar la belleza puramente, sino que buscaba meramente una forma de comunicarse con el público, quizá podemos darle un nuevo planteamiento, belleza consumible presa de la cultura capitalista.




  La trascendencia en la mente de los años 20 no era la clave de todo, sino era el uso y el desecho constante mantenerte con lo nuevo, actitud que es contradictoria con lo previo mencionado (la trascendencia en la mente de los años 20), esta manera de pensar seria además la justificación para la idea de Warhol, de tener 15 minutos de fama, la trascendencia no era lo importante sino el boom del momento. Su peculiaridad radica en que él supo atacar a esta actitud de la sociedad, la gente supo identificarse con sus obras, eran de fácil reconocimiento, y además ataco con su técnica por este mismo punto. La rapidez de la producción masiva de una sola obra, era la producción masiva de productos.” El personaje de Andy Warhol adquiere mucho protagonismo más allá de su propia obra, convirtiéndose en un signo estético de la época.”1


Entonces deberíamos concentrarnos en la obra de aquel al que llamaron superficial. Es cierto que si hacemos un análisis visual de sus obras representan lo más simple de cada objeto, “La sopa Campbell es pura superficie, en sus retratos no intenta plasmar el carácter del sujeto, sino que los trata en su superficie. Pinta las caras como máscaras, sin personalidad.”2  Esta manera de hacer sus obras tiene un fin, obligar al público a crearse una conexión, a poner en esa obra la experiencia personal, lo fuerza a mirar en la pintura su cotidianidad.  Es así que encontramos el consumismo, un consumismo que es de las masas pero que requiere de la contribución personal de cada individuo, esa percepción propia de algo que carece de sentido.

Pero Warhol no solo revoluciono los objetos de interés para la creación de arte sino que además su técnica podría también dar un mensaje, crear la representación de una sociedad. La serigrafía, una moderna técnica para la época, que representaría de la mejor manera el fotocopiado. Warhol cambiaría totalmente la idea de la autenticidad y la importancia de la mano de obra del artista, lo imprescindible aquí era la cantidad. Repetir, ampliar, alterar colores, fusionar, de eso se trataban sus obras, esa era la técnica, ese era el mundo que realmente estaba creándose, el mundo que  “compra productos no necesarios y rápidamente sustituibles por otros, igualmente innecesarios y poco perdurables, con el fin de mantener la producción.”3 Su repetición masiva de todas sus obras, desde una lata, hasta una estrella del momento, pasando por escenas de masacre las cuales “en palabras de Warhol: “cuando vemos varias veces una fotografía macabra, termina por no hacernos ningún efecto”, esto logra un estado de indiferencia, propia de la sociedad de consumo.”4


Buscar una conclusión para uno de los artistas más enigmáticos y revolucionarios del arte contemporáneo puede ser difícil, pero al final de todo deberíamos preguntarnos ¿Qué pensamiento buscaba Warhol con sus obras? Cosas tan simples como una lata o una caja de detergente han llegado a trascender de la misma manera en que una obra de Picasso.